La costanera del lago Acaray de Ciudad del Este es una anhelada obra reclamada por la comunidad esteña, que cada día clama más espacios de recreo a sus autoridades. Hace cuatro años el proyecto fue presentado en conferencia e incluso fue adjudicado, pero nunca se firmó la orden de inicio. Fue parte de una promesa electoral de la intendenta Sandra McLeod que generó mucha expectativa en la población, pero nunca superó el estadio de los buenos deseos.
La no ejecución del mediático proyecto fue muy utilizada por sus detractores, principalmente por el actual candidato a gobernador Celso Kelembu Miranda, que en más de una ocasión y fiel a su estilo reclamó la obra a McLeod.
Así debía lucir la costanera según el proyecto divulgado por la Comuna
Toda la comunidad del km 8 Acaray se sintió estafada y no entiende qué fue lo que ocurrió con el proyecto. Tanto fue el reclamo ciudadano que la Junta Municipal decidió solicitar un informe oficial a la Intendencia, sobre el motivo de la no ejecución de la obra.
El informe remitido por el Ejecutivo revela que la falta de fondos paralizó el proyecto y culpa a los concejales por no autorizar el uso de bonos. “Informo que no se procedió a realizar la obra y, por ende, el pago a la licitación”, explica la nota firmada por David Espínola, director de Administración y Finanzas comunal.
A reglón seguido tira la responsabilidad a los miembros de Legislativo, manejado por una mayoría opositora. “En vista de que la Junta Municipal prohibió la emisión de bonos la licitación quedó sin fuentes de financiamiento”, dijo.
antecedentes. La misma fuente revela que efectivamente la obra fue adjudicada a las constructoras Alpe, por G. 4.401.151.600, y Río Paraná SA, por G. 7.389.903.974. La inversión total ascendía a G. 11.791055574.
Todo el proceso licitatorio se realizó con el aval de la anterior JM, donde la intendenta, que luego fue reelecta, tenía una cómoda mayoría oficialista. De acuerdo con el proyecto elaborado por el Departamento de Área Urbana, la zona escogida para ejecutar la obra corresponde a la franja usurpada y usada como playa privada por mucho tiempo y que fue recuperada por orden del Juzgado de Faltas.
El proyecto contemplaba una costanera de 1.000 metros, equipada con ciclovía, iluminación, asientos, camineros y un muelle que permita una vista única del espejo de agua.
El objetivo era convertir el lugar en un sitio turístico de descanso y recreación.