Entre los países latinoamericanos, Brasil tiene el mayor número estimado de muertes por suicidio (13.467). Angustia, depresión, falta de autoestima y ansiedad, entre otros, son algunos de los trastornos que sufren los jóvenes en silencio y que pueden derivar en un suicidio. Las personas mayores también corren peligro.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el suicidio fue la segunda causa de muerte de jóvenes de entre 15 y 29 años en todo el mundo en el año 2016. Asimismo, más del 79% de los suicidios en todo el mundo tuvieron lugar en países de ingresos bajos y medianos.
El suicidio no solo se produce en los países de altos ingresos, sino que es un fenómeno global que afecta a todas las regiones del mundo. “En la región de las Américas, se estima que aproximadamente 100.000 personas se quitan la vida anualmente. Los diez países de la región con el mayor número estimado de muertes por suicidio son: Estados Unidos (49.394), Brasil (13.467), México (6.537), Canadá (4.525), Argentina (4.030), Colombia (3.486), Chile (1.893), Cuba (1.596), Perú (1.567) y Bolivia (1.326)”, apunta una vocera de la Oficina Regional de las Américas de la OMS.
Aunque América Latina ha tenido tasas de suicidio más bajas que el promedio mundial, “en América del Norte ocurren el 56,1% de las muertes por suicidio de la región”, aseguró.
El 36% de los suicidios en el continente americano se producen en edades comprendidas entre los 25 y los 44 años, y un 26% entre los 45 y los 59 años. “Las tasas de suicidio en hombres continúan siendo superiores a las de las mujeres, y representan alrededor del 78% de todas las defunciones por suicidio”, dijo la portavoz de la organización internacional, apuntando a diversos motivos que explican esta diferencia: cuestiones de igualdad de género, patrones de consumo de alcohol y búsqueda de atención para los trastornos mentales, entre otros. “En los países de altos ingresos se suicidan tres veces más hombres que mujeres, pero en los de ingresos bajos y medios la razón es mucho menor, de 1,5 hombres por cada mujer”, recalcó.
Un ejemplo de la elevada tasa de suicidio masculino en la región es El Salvador, según datos recopilados por el Observatorio Centroamericano de la Conducta Suicida, que se puso en marcha en 2013. “Pretende ser una herramienta para el intercambio de datos y conocimientos sobre el comportamiento suicida en América Latina, con el objetivo de informar sobre las estrategias de prevención, basadas en información de calidad y en promover la detección temprana, así como en la gestión de la población en riesgo”, subrayó la vocera de la Oficina Regional de las Américas de la OMS.
Con la contribución de gobiernos, ministerios de salud y otras instituciones especializadas, dicha iniciativa pretende analizar la edad, el método y el lugar en que se cometen los suicidios, para que se puedan tomar decisiones conforme los datos recopilados. Y es que solo 80 países que pertenecen a la OMS disponen de datos de registro civil de buena calidad que se puedan utilizar directamente para estimar tasas de suicidio, hecho que dificulta la clasificación de esta causa como factor de defunción.
Cuidando la salud mental
Además de participar en dicho observatorio, el gobierno salvadoreño instaló una docena de unidades descentralizadas de salud mental en hospitales departamentales, e incorporó psicólogos en los equipos especializados de salud familiar y comunitaria para mejorar la atención integral de las enfermedades mentales.
La prevención es la medida implacable para terminar con el suicidio. En este sentido, los países que pertenecen a la OMS se comprometieron a reducir las tasas nacionales de suicidios en un 10% para 2020. No obstante, solo 38 países han notificado que cuentan con una estrategia nacional de prevención del suicidio.
A nivel local también existen iniciativas que se enfocan en la salud mental. “En 2015 el Instituto de Juventud de México llevó a cabo un estudio entre 1.675 jóvenes de Ciudad de México a través de la consulta de tendencias juveniles con el objetivo de conocer sus principales demandas respecto a la salud emocional. Más del 50% de los encuestados presentaron infelicidad o inestabilidad emocional “, dijo Fernanda Olvera, promotora de una red de clínicas municipal especializadas en salud mental para jóvenes en la capital mexicana.
Sara (nombre ficticio), una joven de 27 años, se animó a utilizar el servicio cuando era universitaria, después de acompañar a una amiga en su primera visita en un centro.
“Las presiones académicas, la competitividad y el poco interés por parte del profesorado en el aspecto académico y humano me generaron una pérdida de autoestima, a pesar de todas las metas obtenidas a lo largo de mi vida, y limitaron mi planificación de metas personales “, conta Overa.
La joven considera que se trata “de un servicio vital”: “Si una persona deja de lado el aspecto emocional, se pueden generar conflictos individuales con un impacto negativo en la sociedad”, alertó. Por este motivo, aconsejó que “las personas lo vean como un apoyo que brinda las herramientas para vivir sintiéndose bien consigo mismo”.
La actual pandemia podría ser un acicate para que los gobiernos de la región destinen más recursos a la sanidad. “El coronavirus está afectando la salud mental de muchas personas, tanto a nivel mundial como dentro de nuestra región. Los datos muestran un aumento de la angustia, la ansiedad y la depresión, especialmente en los trabajadores de la salud”, dijo la portavoz de la organización internacional. No obstante, aunque “la pandemia COVID-19 está aumentando algunos de los factores de riesgo, hay datos pendientes sobre cómo eso impactará en los índices de suicidio”, concluyó.