DISCUSIONES Y CRUCES ÁSPEROS EN EL GABIENTE POR EL NUEVO ACUERDO COM EL FMI

En Wall Street, los banqueros son directos: le piden a Macri que oxigene la Casa Rosada e inicie otra etapa política hasta las elecciones

La Casa Rosada no sólo enfrenta una crisis económica: el principal problema que debe resolver Mauricio Macri es político. Se trata de una tarea central: recomponer la credibilidad sobre la toma de decisiones y la elaboración de un plan completo para frenar la escalada del dólar, la altura de las tasas y la recesión.

Ambas cosas -cuando todo estaba calmo- fueron sugeridas por Wall Street desde hace tiempo y el Gobierno lo desoyó obnubilado por el marketing y las encuestas.

Así también se evaluó el jueves en la cumbre del Council of the Americas. Estuvo todo el establishment de las “multis” de EE.UU. Susan Segal transmitió ese pensamiento a Marcos Peña y a Nicolás Dujovne.

Segal, o influente líder do Conselho, disse: “O governo deve reagir e mudar”. Acontece em momentos de tensão máxima: esta sexta-feira cai um vencimento futuro do dólar por 4.000 milhões de dólares. Parte disso irá para a praça.

O breve anúncio do presidente – na quarta-feira – levou a uma discussão no governo e a comentários cruzados. Houve uma disputa séria entre Luis Caputo e Nicolás Dujovne. Mas também as diferenças se ampliaram ao máximo nível político de Cambiemos: novamente a dupla María Eugenia Vidal- Horacio Rodríguez Larreta questionou Marcos Peña.

O anúncio de Macri foi uma ideia que levou Caputo a gerar credibilidade entre os operadores. Dujovne desaconselhou e se opôs a isso. O ministro das Finanças argumentou que não era conveniente forçar um anúncio com o FMI. Foi o primeiro cruzamento forte entre os dois. O presidente do Banco Central insistiu em acelerar os tempos e Dujovne recomendou cautela.

Dujovne descreveu a iniciativa como um erro e avisou que um acordo não poderia ser anunciado, quando os detalhes ainda não foram fechados. Peña apoiou o BCRA e sua equipe de comunicação reuniu a apresentação do Presidente. Assim, eles o expuseram a desperdício político inútil.

O breve anúncio não teve explicação e é por isso que gerou maior desconfiança. Caputo admitiu em uma reunião do conselho: “É um absurdo, mas os mercados não acreditam no presidente , embora o anúncio se concretize e seja uma boa notícia”. Mario Quintana também endossou “expor” o presidente: em sua viagem a Manhattan, o funcionário descobriu que os investidores não acreditavam em suas promessas.

Quintana foi explicar como a Argentina iria pagar suas dívidas: carregava uma mensagem confusa e cheia de voluntarismo. Os investidores responderam com um “ataque” financeiro à Argentina. O Clarín previu exclusivamente que naquele encontro Gustavo Cañonero comentou o anúncio do presidente. O vice-chefe da Central disse: “Na pior das hipóteses, o acordo com o FMI pode ser estendido ou acelerado”.

E ele concluiu: “É o Plano B que é mantido caso as coisas se complicem”.

O problema não foi apenas o erro de comunicação do anúncio. Macri lançou a decisão, sem ser totalmente fechada com o pessoal do FMI e nem mesmo com Christine Lagarde . O diretor do Fundo tem uma atitude condescendente em relação à Argentina: há uma forte afinidade pessoal com a Macri. Mas também tem aspirações políticas.

O chefe do FMI quer “salvar” a Argentina e usar o FMI para concorrer à presidência da França. A passagem de Macri descobriu-a no interior de Washington e isso gerou um forte curto-circuito com a Casa Rosada. Foram horas de tensão.

Os principais diretores do Fundo não sabiam da “renegociação secreta” e boa parte da burocracia de Washington disse a Wall Street que não havia nada fechado. Isso desencadeou a escalada do dólar: apenas os funcionários do FMI questionaram o acordo, o projeto de lei começou a subir sem limite em Buenos Aires. Um pedido do presidente fez Dujovne e Caputo conciliar e trabalhar juntos para “levantar” o anúncio caído.

Hubo unas 10 largas horas de ardua negociación con Alejandro Werner para buscar un mínimo consenso. También se habló con el jefe del Tesoro, Steven Mnuchin, y con los directores de Alemania, Italia y Japón en el FMI.

Pero la conversación clave fue entre Macri y la propia Lagarde. Fue muy tensa y la titular del Fondo cuestionó lo actuado. Lagarde dijo que quería ayudar a Macri, pero que lo hecho por la Casa Rosada la dejaba muy expuesta y desairada en Washington. La solución final fue encauzar las cosas: la renovación del acuerdo se hará cumpliendo los tiempos y procedimientos del FMI. En otras palabras: un anuncio oficial del nuevo convenio deberá tener la aprobación del directorio del FMI. Esto tardará dos semanas, un tiempo eterno para la turbulencia cambiaria.

El acuerdo va a salir: el FMI aceptará el plan B, pero exigirá un ajuste mayor. La meta de déficit fiscal -para el año próximo- será de sólo 0,5 % del PBI. Se trata de un recorte adicional de 192.000 millones. Esa exigencia podría obligar a frenar la rebaja de las retenciones al campo y anular gastos como el “ejército” que opera en las redes y le cuesta al fisco 200 millones de pesos.

En la Casa Rosada dicen que será factible: la licuación que produce la inflación facilita parte de la tarea, aunque un 60% de los gastos fueron indexados. En Wall Street consideran que para estabilizar la economía en la Argentina tiene que haber un cambio de Gabinete. Los banqueros son directos: lo piden para que Macri “oxigene” la Casa Rosada e inicie otra etapa política hasta las elecciones.

Esta cuestión se discutió al máximo nivel del PRO. María Eugenia Vidal, Rodríguez Larreta y el empresario Nicolás Caputo se lo plantearon al Presidente. Primero sugirieron un recorte de ministerios. Peña se opuso y Macri lo avaló.

Hace un par de semanas el trío volvió a la carga y sugirieron buscar consenso con el peronismo. Para eso le propusieron a Macri que nombre como ministro al embajador Ramón Puerta. El diplomático es íntimo amigo del Presidente y quien lo introdujo a la política.

La reunión fue acalorada. El propio Caputo -también de relación con Puerta- dijo que eso abriría un acuerdo con el peronismo racional y permitiría asegurar la gobernabilidad. Peña cruzó a los tres dirigentes y descalificó la iniciativa. El jefe de Gabinete contestó: “No llegamos hasta acá para ir a una negociación con la vieja política”.

La pelea siguió y al final Macri laudó: le dio otra vez la razón a Peña. El embajador en España nunca fue consultado. Así, los inversores ven una cúpula de Gobierno dividida. Una profundamente antiperonista y encerrada en sus convicciones. La otra, dialoguista y que busca consensos para hacer viable la aplicación de un programa económico.

Ahora el trío Vidal-Larreta-Caputo volvió a insistir: a pesar de la resistencia de Peña, los tres piden cambios en el Gabinete y volver a ocho ministerios. Larreta decidió predicar con hechos. Se puso al hombro el acuerdo con los gobernadores. Participó de reuniones secretas con Dujovne y fue el artífice de que la Nación, Buenos Aires y la Ciudad acepten el traspaso de los subsidios del transporte.

Hernán Lacunza, el ministro bonaerense, intentó poner reparos a la iniciativa. Lacunza tiene buena sintonía con Peña. Larreta lo frenó en seco: “Ahora la gobernabilidad está por encima de cualquier otro objetivo”.

(Com Clarín)

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